miércoles, 7 de abril de 2010

Un juez muy preparado

En estos tiempos de alcadesas obesas que se desayunan barrios enteros al amanecer, tesoreros elegantes que entierran tesoros en el fondo de sus cuentas corrientes y ministros luminosos que reparten bombillas a falta de ideas brillantes, la sentencia dictada hace unos días por el titular del Juzgado nº2 de lo Penal de A Coruña, ofrece un rayo de esperanza en una sociedad gobernada por una curiosa asociación de funcionarios en estado de descomposición y políticos cleptómanos.



En dicha sentencia se absuelve a Celestino J.J. de 53 años de un delito contra la salud pública ,por el que el ministerio fiscal, solicitaba una condena de un año y diez meses de prisión y mil quinientos euros de multa. Celestino, un vasco residente en Barco de Valdeorras es un consumidor de cánnabis que como tantos decidió un buen día pasar de camellos y movidas y hacerse un armario en una finca de su propiedad. Allí por lo visto tenía nueve pequeñas plantas de marihuana cultivadas hacía poco tiempo, cuando la Guardia Civil las intervino, poniendo a nuestro cultivador a disposición judicial. Estos hechos sucedieron el 3 de septiembre del 2005 en Cabovilaño (A Laracha).

El auto judicial, que es para enmarcar, más parece un manual sobre el cultivo de cánnabis que una sentencia al uso. En sus razonamientos exculpatorios ,el juez Jose Antonio Vázquez Traín, aduce que "las nueve plantas, ocho hembras y un macho, habían sido sembradas poco tiempo antes, no tenían apenas un metro de altura y estaban en un estado de total inmadurez»- y el hecho de que, a la vista del resultado, no se hubiese aplicado mucho en su cuidado. Así, señala que «el local donde se encontraban las plantas era un vivero artesanal, sin apenas acondicionar y sin ningún elemento artificial de cuidado». Por todo ello, concluye que «no ha quedado acreditado que la finalidad fuese el consumo de terceros». Es más, dice que «el acusado únicamente había sembrado las plantas para facilitarse maría que consumir»

El magistrado también encontró que las declaraciones de los testigos no permiten pensar que Celestino «se dedicase a actividades delictivas». Además, el juez, argumenta que tanto el lugar como el sistema elegido para el cultivo de marihuana, (ojo al dato) no fue el más idóneo. «Teniendo en consideración el idóneo nivel de temperatura y luz que necesitan las plantas de cánnabis, lo normal cuando se trata de destinarlas al comercio, es que se les ayude en su crecimiento con luz artificial calórica que facilite su desarrollo, o se busque un suelo de condiciones adecuadas», argumenta el juez, que también señala que estas circunstancias no se daban en el cultivo de Celestino.

Al contrario, en el caso de Celestino, «ni el número de plantas, pese a que se trataba de ocho hembras, ni las condiciones de las mismas, dado que estaban cultivadas de forma arcaica y normal, indica con claridad que se destinasen a producir hojas para vender». Va incluso más allá y asegura que «en el estado que se encontraban algunas aun podrían malograrse y secarse, y nunca llegarían a alcanzar una altura o condición idóneas, por el frío». También destaca que el acusado colaboró con los agentes de la Guardia Civil y aunque trató de eludir su relación con las plantas, dice que eso es algo «lógico e instintivo, dado que podría pensar que solo por poseerlas estaría ya cometiendo un delito». Ante una sentencia así, uno solo puede hacer dos cosas, encender un porro a la salud del juez Vázquez y rogar que pongan a a este buen magistrado en el Tribunal Supremo o mejor todavía ,en el ministerio de Agricultura, por que de cultivos este juez, entiende un rato.