lunes, 19 de abril de 2010

La abuela come marihuana

Patricia Tabram, tiene 71 años de edad, y se ha ganado con todos los honores el título de "abuelita de la marihuana" de Northumberland. Desde su casita de protección social en Humshaugh -un pequeño pueblo  cerca de Hexham, Inglaterra- ha cultivado cánnabis desde hace años, para ponerla en sus curries (pasteles de queso y estofados), los cuales prepara para ayudar a aliviar las dolencias de sus amigos de edad avanzada.Las autoridades, tan compasivas como es habitual, le advirtieron que podría perder su hogar, construido por una asociación de vivienda social, después de que un juez la declarara culpable del delito de cultivo y posesión de droga.



Y es que cuando la policía allanó su casa con el propósito de registrarla, encontró varios frascos con marihuana en una despensa. La señora Tabram les mostró, además, 20 ollas de estofados y sopas de marihuana precongeladas, aunque asegura que las autoridades rehusaron decomisarlas porque no querían dejarla sin comida. Tan sólo seis meses después, fue condenada a seis meses de prisión, (que no tuvo que cumplir) por posesión de marihuana . Pero este hecho no intimidó a la señora Tabram, cuya cruzada la llevó hace un tiempo, a escribir un libro de cocina que lleva el título de "La abuela come marihuana".

A pesar de la condena, el empeño de la señora Tabram se está convirtiendo en un problema cada vez más incómodo para la policía de Northumberland. Las convicciones de esta mujer acerca del valor medicinal de la marihuana y de su superioridad frente a las prescripciones de las recetas de los doctores (las cuales, según ella, enferman a las personas mayores), apuntan a que únicamente la prisión hará que deje sus labores de cultivo. El juez que la sentenció señaló que condenarla al encierro sólo contribuiría a convertirla en mártir, situación que parece no disgustarle en lo absoluto a Patricia Tabram.

La experiencia particular de esta señora con la marihuana comenzó hace unos años, con lo que ella describe como una depresión casi suicida, consecuencia del dolor que experimentó a raíz de dos accidentes automovilísticos después de la muerte de su esposo. Asegura que no había salido de su casa durante varios días, hasta que dos de sus amigos la sacaron de la desesperación en la forma menos pensada, cuando le ofrecieron un cigarro de marihuana sin decirle qué era lo que estaba fumando. La sra.Tabram se quedo agradablemente sorprendida con los efectos analgésicos el cánnabis.

Esta combativa anciana, que fue chef de cocina, pronto se vio en una tienda en Newcastle buscando recetas de cocina que incluyeran marihuana. Su primer experimento -huevos revueltos con esta hierba- le provocó naúseas, por haberle puesto una cucharadita completa; sufrió entonces lo que se conoce como una laguna mental. Pero despúes experimentó con el sabor del pollo combinado con cánnabis, así como con los pasteles de queso y chocolate para sus amigos. La señora Tabram cuenta que: "Sufría mucho por el dolor, y la marihuana me devolvió la vida. Mis amigos también comenzaron a librarse de los dolores de la artritis".

Los que se oponen a sus ideas culinarias argumentan sobre los profundos efectos psicológicos que pueden causar sus combinaciones. Sin embargo, Patricia Tabram prefiere hablar de las contradicciones existentes en las sanciones relacionadas con la marihuana, merced a las cuales los ricos disfrutan de cualquier substancia con relativa impunidad, mientras que la clase trabajadora sólo pretende encontrar algo que les proporcione una vida normal, sin tener que tomar montones de medicamentos contra el dolor. Algo que las multinacionales de farmacia no estan dispuestos a tolerar, pues pondría en peligro una parte importante de sus pingües beneficios.