lunes, 12 de abril de 2010
Cuentos marroquíes del hachis y del kif

—¡Prueba y verás!
Y el buen hombre compró de ese hachís y, después de comerlo, se fue al "hamman". Pero estando lavándose empezó a pensar en si sería verdad que aquel hachís tuviera tales propiedades. Comió otro dulce más y seguía convencido de que había sido estafado. Y sin pensarlo más, se dijo:
—He de ir ahora mismo a aquel embustero y ajustarle las cuentas por haberme engañado.
Así lo hizo, abandonando el baño desnudo. Al llegar a la tienda del dulcero le dijo:
—¡Y tú eres el que dice que tu hachís embriagaba!
—¡Y tú eres el que dice que tu hachís embriagaba!
El dulcero, al verle en áquel estado, sofocado, desnudo e iracundo, le contestó:
—!Oh buen señor! hasta ahora creí que mi hachís sólo embriagaba, pero veo que produce efectos peores: !enloquece!».
«Éstos eran dos amigos que siempre iban completamente embriagados con hachís. Una vez estuvieron varios días encerrados en una casa fumando kif y hachís sin salir a la calle. Cuando salieron se ponía el sol. Y uno de ellos dijo al otro:
—¿No ves que temprano es aún? Está saliendo el sol.
Y el otro le replicó:
—Pero, hombre, si eso es la puesta del sol.
Y se pusieron a discutir acaloradamente, hasta que acertó a pasar por allí un hombre, a quien se dirigió uno de ellos, preguntándole:
—¿No es verdad que eso es la salida del sol?
Y aquel extraño les respondió,mientras encedía su pipa de kif:
—Excusadme, señores, pues yo no soy de este país, y no siendo así no sabría decirles si es la salida o la puesta del sol»
Extraído del libro: Que por la rosa roja corrió mi sangre. Estudio y antología de la literatura oral en Marruecos, Rodolfo Gil y Mohammed Ibn Azzuz
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