miércoles, 19 de mayo de 2010

Santa Marta Gold

Cuando a mediados de los años 70, unos miles de estudiantes estadounidenses bajo la bandera del Cuerpo de Paz de los Estados Unidos, desembarcaron en la costa atlántica de Colombia, se encontraron con un regalo inesperado, una potente marihuana , que allí llamaban "marimba", con la que nunca habían soñado. "Cogollos resinosos que sudaban solos", escribió en su diario uno de aquellos jóvenes, totalmente alucinados. Habían llegado a Colombia a cambio de no ir a Vietnam.

Algunos habían sido activistas en California y conocían la revolución psicodélica que desató Timothy Leary, su lucha a favor de la marihuana y su apertura hacia las culturas orientales. Ingenuos, algo tronados, pero dóciles. Trabajaban en lo que los pusieran a hacer: barrer el puesto de salud, enseñar inglés, hacer una zanja, limpiar cuadras. A la tarde, sentados bajo un alero, liaban su porro de marihuana, aspiraban hondo ese humo espeso y dulzón, y navegaban. Flotaban. La bautizaron como Santa Marta Golden, la yerba más fina del mundo.

Los Cuerpos de Paz eran tranquilos; la gente los quería más por su torpeza que por su utilidad. Y lo más interesante, tenían amigos y familiares en EE.UU. Uno que otro había sido enviado a matar vietnamitas en el Mekong o a fumigar con agente naranja las montañas de Hue. Sabían también de drogas de guerra: cocaína, marihuana, morfina. El "link" no tardó en hacerse. Primero unas muestras por correo, después unos kilos en el equipaje y, por fin, un embarque en avionetas haciendo escalas en el Caribe. Más tarde en DC3, en barco mercante, en lanchas rápidas. La demanda crecía y crecía. Los cultivos también: la Sierra Nevada de Sta.Marta perdió 60 mil hectáreas de bosque primario.

La marihuana había sido usada desde siempre en aquellas tierras como planta mágica y curativa, pero desde los años treinta ,los campesinos del Urabá le encontraron otra utilidad, venderla a traficantes cubanos que a su vez lo introducían en Norteamerica asociados con la mafía italo-americana afincada en Cuba y Miami . Se multiplicaron las plantaciones y fardos de marihuana eran embarcados junto a racimos de platanos, con la complicidad de aduaneros y policías. Mas tarde las plantaciones fueron trasladadas a la Sierra Nevada de Santa Marta, la cadena montañosa tropical asomada al mar más alta del mundo. Durante años la marihuana producida en la Sierra, la "Santa Marta Gold" pobló el mundo hippy con el eslogan "fume colombiana, fume mejor". A lo largo de la costa, aparecieron contrabandistas locales y jóvenes norteamericanos, que viajaban con sus maletas Samsonite repletas de dolares, de tal forma que hoy en día en algunas regiones de Colombia, se dice pago Samsonite, al pago a tocateja.

En los primeros años ochenta, los aeropuertos de importantes ciudades como Barranquilla o Santa Marta sufrían extraños cortes del suministro eléctrico, casualmente, cuando partían importantes cargas con destino a los Estados Unidos. La juerga acabó cuando un sobrino del presidente colombiano Julio Cesar Turbay fue acusado de estar detras, al lado y en medio de una red de contrabando de marihuana, hacia Estados Unidos. No era el primer marrón que le caía al presidente Turbay, pero esta vez el gobierno estadounidense puso el pie en la pared y le exigió que fueran destruídos los cultivos de Sierra Nevada. Más de 10.000 soldados invadieron la región matando o deteniendo a centenares de indigenas y campesinos, mientras la aviación quemaba miles de hectareas de reserva natural. En la costa colombiana del Atlántico, durante un tiempo solo quedaron los campos y rios envenenados, la pobreza, el desempleo , lo que a la corta más que a larga supuso el germen del sanguinario tráfico de cocaína en Colombia.